Entre el susurro del viento
se alza una voz de victoria
con la esperanza de todo un pueblo
reclamamos la paz y la gloria.
Caminamos en las montañas
y el cuerpo se encuentra cansado
de luchar por todas las almas
que del mundo han sido retirados.
Con pie firme seguímos
por las calles y las avenidas
y los niños han decidido
desistir a sus juegos del día.
Rumores son los que escucha
la gente debajo de piedras
pero en realidad lo que busca
es que alguien le tienda su ayuda.
Un golpe al corazón
con aquellas promesas en vano
un pueblo con la ilusión
de no ser presos por hombres extraños.
Rendidos por tanta injusticia
cautivos por el poco salario
y María ya está angustiada
de que le estemos rezando.
Tropezando con el capricho
de un montón de ideas
y al final son solo testigos
que aprueban una maldita guerra.
En silencio miramos
a la muerte como nos condena
porque si en el caso que hablemos
es segura nuestra propia tumba.
Como duele que sea cierto
que tengamos voz y no hablemos
como duele que sea un pecado
el decirle la verdad a nuestros hermanos.
Un golpe al corazón
con aquellas promesas en vano
el pueblo con la ilusión
de no ser presos por hombres extraños.
Rendidos de tanta injusticia
cautivos por el poco salario
y María ya está angustiada
de que le estemos rezando.
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